Las garrapatas no solo son molestos parásitos que se alimentan de la sangre de tu mascota, sino que, además, son transmisoras de peligrosas enfermedades tanto a animales como a seres humanos. Aquí te contamos su modus operandi.
Al hablar de alimañas chupadoras de sangre, es casi imposible decidir cuáles son las más desagradables. Sin embargo, entre mosquitos, pulgas, sanguijuelas y tábanos, no cabe duda de que la garrapata ocupa un lugar muy especial, tal como sucede con su pariente la araña, ya que, pese a la creencia general, no es un insecto, sino un ácaro.
La garrapata puede transmitir una gran variedad de enfermedades, desde bacterianas y virales hasta protozoarias y parasitarias. Es decir, este ácaro es una incubadora de patologías tan versátil que, por un lado, fascina a los biólogos, por otro, compite con los mosquitos, y, sobre todo, trae de cabeza a los propietarios de mascotas.
El ciclo de vida de la garrapata, en pocas palabras
La garrapata experimenta cuatro fases vitales: huevo, larva, ninfa y adulto. En todas ellas, salvo en la primera, necesitan alimentarse de sangre. Para ello, una vez se fijan sobre su víctima, inoculan un anestésico con su saliva, haciendo indolora su picadura. De este modo, pueden pasar días y días hospedada mientras se alimentan. Una vez saciado su apetito, se desprenden de su víctima y mudan a la siguiente fase. En el caso de los adultos, tanto macho como hembra se reproducen después de alimentarse; en muchas especies, esto ocurre sobre el hospedador. Tras aparearse, las garrapatas abandonan a su víctima y regresan al ambiente. Los machos mueren poco después, y las hembras, tras poner los huevos.
Aquí es donde un poco de aritmética nos ayuda a comprender por qué las infestaciones de garrapatas pueden ser tan severas: una sola hembra puede poner de 1500 a 5000 huevos a lo largo de su vida; en algunas especies, esta cifra puede ser mucho mayor.
A diferencia de otros ectoparásitos, como las pulgas —que mueren a las pocas semanas o escasos meses si no logran alimentarse—, las garrapatas pueden aguantar hasta año y medio si no encuentran una víctima. Por este motivo, una vez infestado un lugar, permanece atestado de estos villanos durante mucho tiempo.
En cuanto a la forma en la que este vector transmite enfermedades, es un tanto repulsiva: al alimentarse de su hospedador, regurgita sus contenidos intestinales y así es como inyecta los patógenos que habitan en su interior. Bacterias, virus, protozoos y hasta larvas de nemátodos pasan al torrente sanguíneo la víctima. Para que una picadura de garrapata pueda transmitir enfermedades, debe permanecer adherida al menos 20 horas. Veamos, a continuación, algunas de las principales enfermedades que transmiten en España.
Enfermedades que transmiten las garrapatas a los perros
Las responsables de la transmisión de enfermedades pueden ser las ninfas y las adultas, aunque cada vez hay más evidencia de que las larvas también pueden serlo.
A su vez, las víctimas pueden ser tanto animales como seres humanos. Es importante tener claro que tu mascota no puede contagiarte directamente, ya que la gran mayoría de las enfermedades con origen en las garrapatas se transmiten solo a través de una picadura de este desagradable parásito. No obstante, si tu mejor amigo contrae alguna de estas afecciones, significa que hay ninfas o adultas cerca que podrían infectarte.
Babesiosis
Esta severa afección es causada por protozoos del género Babesia, que invaden los glóbulos rojos. Al percatarse de la presencia de un intruso, el organismo activa una respuesta inmune que, por desgracia, ocasiona la destrucción de los hematíes. Este proceso se conoce como crisis hemolítica (‘destrucción de la sangre’) y su cuadro clínico se caracteriza por debilidad, anemia, orina de color marrón y palidez en las mucosas. Si no se trata a tiempo, es potencialmente mortal.
En cuanto a las especies de garrapata transmisoras de esta enfermedad, son bastantes, y, geográficamente, es muy prevalente en Europa central. En España, resulta más frecuente en el norte.
Enfermedad de Lyme
También conocida como borreliosis, los causantes de esta zoonosis son bacterias del género Borrelia. En el caso de los perros, esta peligrosa enfermedad suele presentarse como una cojera intermitente y las articulaciones se perciben inflamadas. Otros síntomas comunes son debilidad, anorexia y pérdida del apetito. En algunos casos graves, puede provocar insuficiencia renal o afecciones cardiacas, que pueden ser mortales.
La especie Ixodes ricinus —garrapata común— es la principal encargada de diseminarla.
Erliquiosis canina
La Ehrlichia canis, una diminuta bacteria intracelular, es la responsable de esta enfermedad que afecta, sobre todo, a los leucocitos. Por eso, si tu perro la padece, mostraría signos de debilidad, fiebre, pérdida de peso y sangrados, sobre todo nasales.
Su vector es la garrapata marrón del perro (Rhipicephalus sanguineus), una de las más comunes en nuestro país y que, a diferencia de otras especies, puede infestar espacios interiores. Dentro de nuestro hogar, su ciclo vital se desarrolla más rápido y puede completarse en tan solo dos meses.
Además de las patologías descritas, las garrapatas pueden transmitir otras a nuestros compañeros peludos, como la hepatozoonosis, la anaplasmosis y la tularemia. Esta última, emergente en España, es muy peligrosa para la salud pública.
Enfermedades que transmiten las garrapatas a los gatos
En general, los gatos son menos susceptibles a los ataques por garrapatas, lo cual no quiere decir que no estén expuestos a peligrosos patógenos. De hecho, la enfermedad de Lyme, la erliquiosis y la babesiosis también pueden afectarles, aunque no es muy frecuente; la tularemia es todavía más rara en mininos. En cambio, la micoplasmosis hemotrópica felina destaca por ser una grave afección específica de los gatos.
Micoplasmosis hemotrópica felina
Esta inusual afección es potencialmente mortal. Aunque su transmisión suele proceder de las pulgas, las garrapatas también pueden hacerlo. El microorganismo causante es una bacteria llamada Mycoplasma haemofelis, que se adhiere a la superficie de los glóbulos rojos, provocando una reacción inmunitaria que conlleva su destrucción y, por ende, una anemia severa.
¿Cómo puedo proteger a mi mascota?
Una vez vista la seria amenaza que suponen las garrapatas para la salud de animales y personas, sepamos qué podemos hacer para defender de ellas a nuestras mascotas. Partiendo de que, para transmitir enfermedades, tienen que adherirse a su hospedador al menos durante unas 20 horas, cuando estemos en una zona infestada, deberemos realizar inspecciones diarias. De este modo, si localizamos alguna, la desprenderemos de nuestro fiel amigo antes de que pueda causarle un mayor daño. Para ello, procede con mucho cuidado y, hagas lo que hagas, no trates de aplastarla, pues así solo lograrás que regurgite y, potencialmente, libere su cargamento de patógenos.
Para localizarlas, ayuda saber que su localización favorita son los lugares seguros y confortables. Los más comunes, en perros y gatos, son debajo de las orejas, en las axilas, en las patas (en especial, en los espacios interdigitales), en el cuello (sobre todo, bajo el collar), en la entrepierna, la ingle y bajo la cola; algunas garrapatas llegan incluso hasta los párpados y el hocico. Por eso es tan importante revisar a tu mascota siempre que pasees por el bosque o atravieses vegetación densa. De paso, ¡no olvides inspeccionarte también a ti mismo!
Seguro que ya lo sabes, pero una manera de mantener a tu fiel amigo protegido pasa por el uso de repelentes y de collares antiparasitarios. Los tratamientos en pipeta, como Dynacan, son muy efectivos para repeler y eliminar larvas, ninfas y los adultos de las garrapatas. Recuerda: ¡la prevención es la clave!