Las principales estrategias de prevención de la leishmaniasis canina pasan por evitar la picadura del flebótomo, vector de esta grave enfermedad. Para proteger a tu mascota, resulta esencial conocer el nivel de riesgo de tu perro y usar collares repelentes.
«Quien tiene un amigo, tiene un tesoro». Esta frase, atribuida al rey Salomón, encierra una gran verdad. De ahí que sea tan importante proteger a nuestros fieles compañeros y hacer lo que en nuestra mano esté para garantizar su salud. Por eso los llevamos al veterinario y les ponemos las vacunas necesarias. Sin embargo, hay un enemigo tan poco visible como peligroso: la leishmaniasis, una enfermedad escurridiza, capaz de burlar hasta el calendario de vacunación más estricto. Se trata de una patología grave, difícil de tratar y que se puede contagiar al ser humano. ¡Aquí te daremos las claves para prevenirla!
Leishmaniasis: qué es y cómo se transmite
La leishmaniasis se transmite a través de la picadura de un flebótomo (un diminuto insecto parecido a un mosquito) del género Leishmania. Cuando este se alimenta de un animal infectado, su picadura se convierte en un riesgo para la salud, en particular de perros, gatos y personas. En el caso del can, cuando lo infecta, el parásito se reproduce dentro de sus células y puede afectar, directa e indirectamente, a muchísimos tejidos y órganos.
Sus manifestaciones clínicas más frecuentes son las lesiones en la piel, un característico sangrado nasal y pérdida de peso. En su peor versión, puede derivar en un gravísimo cuadro clínico (incluso letal), conocido como leishmaniasis visceral. Sin embargo, también es posible que no cause signos, sin que por ello sea menos importante.
¿Existen tratamientos para la leishmaniasis?
La respuesta corta es «sí». Sin embargo, los tratamientos son largos y pueden tener importantes efectos secundarios. Además, no siempre eliminan al parásito por completo y queda una infección latente. Una vez que se ha presentado la enfermedad, el pronóstico suele ser entre reservado y grave.
Un perro infectado puede ser un factor en la diseminación de la enfermedad. Siempre que el flebótomo esté presente, habrá riesgo de reinfección. Así pues, en la lucha contra la leishmaniasis, la clave es la prevención.
Estrategias para prevenir la leishmaniasis
Esta enfermedad tiene varios componentes: el protozoario parásito (causa o agente etiológico; desencadenante), el mamífero que sufre la infección (huésped o, en conjunto, reservorio) y el flebótomo transmisor (vector). Este es, por así decirlo, la piedra angular. Por ello, si evitamos su picadura, todo el «edificio» de la leishmaniasis se derrumba.
Sin flebótomo no hay leishmaniasis
Si sabemos las horas, las temporadas y los lugares de mayor actividad del flebótomo, podemos (aunque no siempre será conveniente) evitar pasear a nuestro fiel amigo en los picos de mayor riesgo. Permanecer a cubierto es más seguro que salir durante los momentos de mayor actividad del vector.
El flebótomo es nocturno, aunque la mayoría de las picaduras se producen al amanecer y al atardecer. A este insecto le gustan las temperaturas por encima de los 10 °C, y necesita de sitios húmedos y ricos en materia orgánica para poner sus huevos: grietas, agujeros, acumulaciones de basura, raíces y huecos de árboles.
¿Debo vacunar a mi perro contra leishmaniasis?
La vacunación se recomienda, en especial, para perros que viven en zonas endémicas y están expuestos a un riesgo alto (por ejemplo, los que viven al aire libre). ¿Sabes si resides en una zona endémica de leishmaniasis canina? La vacuna ayuda a que nuestro peludo amigo no desarrolle la enfermedad, pero debe usarse junto con collares y pipetas repelentes para ser más efectiva.
Monitoreo serológico para conocer el nivel de riesgo
Gracias a las pruebas serológicas (en sangre), científicos y epidemiólogos averiguan cuánta leishmaniasis hay en una zona. De este modo, es posible conocer el nivel de riesgo y adoptar la mejor estrategia de prevención. Cuando un perro es diagnosticado de esta enfermedad, es importante hacerles pruebas a otros canes que convivan con él, ya que es probable que hayan estado expuestos. Acércate a tu veterinario para saber más sobre la incidencia de leishmaniasis en tu zona.
Collares repelentes: la forma más sencilla y efectiva
Sin duda, la mejor estrategia para la prevención de la leishmaniasis es el uso de collares repelentes de calidad. Un gesto tan simple puede marcar la diferencia.
El uso de un buen collar protege a nuestro perro de la picadura del flebótomo durante varios meses. Sin picadura, no hay riesgo de transmisión.
En cuanto a los períodos de utilización, en lugares endémicos, nuestro amigo debería llevarlo durante todo el año. En los demás, el uso puede ser estacional. Si tenemos pensado escaparnos unos días con nuestro fiel compañero a una zona de riesgo, las pipetas pueden ser nuestras aliadas, ya que protegen durante un corto periodo de tiempo. En caso de duda, ¡el veterinario tiene la última palabra!
Prevención integral
En la lucha contra la leishmaniasis, todos debemos poner nuestro granito de arena. En este sentido, lo mejor que podemos hacer como propietarios es estar al tanto del nivel de riesgo del lugar en el que vivimos y proteger a nuestra mascota con collares repelentes. De esta manera, cuidamos su salud a la vez que evitamos que sea un factor en la diseminación de esta grave enfermedad.
Ahora que ya sabes cómo prevenir la leishmaniasis…¡sé proactivo! ¡Protege a tu mascota y a los que os rodean!