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Si mi perro tiene leishmaniosis, ¿Me puede contagiar?

perro con niña

No, tu perro no puede contagiarte de leishmaniasis por mucho que lo abraces y convivas con él. ¿Por qué? Porque el culpable de transmitir la enfermedad no tiene cuatro patas (sino seis) y tampoco menea la cola cuando te ve.

Nuestros perros pueden contagiarnos algunas enfermedades, pero no es el caso de la leishmaniasis. Esta patología, potencialmente letal, la provoca un protozoo parasitario llamado Leishmania, al que estamos expuestos tanto seres humanos como canes. Por tanto, tu fiel compañero no puede contagiarte de manera directa, aunque sí puede desempeñar un importante papel en la transmisión y diseminación del parásito. Por eso, para prevenir el contagio, es preciso saber cómo se transmiten las enfermedades de los animales a las personas.

Qué son las zoonosis

Las zoonosis son aquellas enfermedades que se pueden transmitir de animales a seres humanos y viceversa. En el caso de los perros, es el caso de la rabia, la tuberculosis o la tiña, entre otras. La actual COVID-19, aunque ahora afecta al ser humano, probablemente comenzó cuando el coronavirus «saltó» de un animal a una persona.

Al ser propias de otras especies, los seres humanos no solemos tener defensas naturales frente a ellas, así que suelen ser graves, por eso las zoonosis merecen toda nuestra atención. Además, dado que muchas de ellas subsisten en animales salvajes, resultan muy difíciles de controlar y casi imposibles de erradicar.

Cómo se transmiten las zoonosis

Las enfermedades zoonóticas se transmiten por contacto directo, cuando un animal infectado basta para contagiar a una persona. Por ejemplo, la mordedura de un perro rabioso es más que suficiente para que una persona contraiga la rabia.

En el caso de la leishmaniasis canina, puedes estar tranquilo: esta enfermedad no se puede transmitir de manera directa; incluso si tu perro la padece, no te contagiará si lo abrazas, te lame la mano o simplemente por convivir con él.

Muchas zoonosis tienen un ciclo indirecto, es decir, que necesitan un huésped intermedio para infectar a una persona. El vector (quien la transmite) suele ser un insecto. Por ejemplo, la mosca tsé-tsé es el vector de la enfermedad del sueño, y el flebótomo, el de la leishmaniasis.

perro con niña
El contacto directo no es un factor de riesgo en la transmisión de la leishmaniasis.

Las personas solemos ser huéspedes incidentales de las zoonosis. Estas subsisten en otras especies llamadas reservorios. Por ejemplo, venados y lobos son los principales reservorios de la enfermedad de Lyme y la garrapata es su vector. En el caso de la leishmaniasis, los perros callejeros son el principal reservorio en Europa.

La transmisión de la leishmaniasis es un importante problema de salud pública, entre otras razones porque el vector ha expandido su distribución geográfica debido al aumento de las temperaturas vinculado al cambio climático.

La picadura de un pequeño insecto puede contagiarte de leishmaniasis

El vector de la leishmaniasis es un diminuto y escurridizo insecto conocido como flebótomo. Cuando este pica a un perro infectado, succiona también al parásito, el cual continúa multiplicándose en el interior del flebótomo, de modo que su picadura pasa a ser contagiosa. La hembra de este insecto se alimenta de la sangre de los mamíferos, y así es como disemina la enfermedad.

Tan solo puede transmitir la leishmaniasis al ser humano un flebótomo que haya picado antes a un animal infectado. Por ello, evitar su picadura es la mejor estrategia para la prevención de la leishmaniasis en perros y personas. Ello se logra, principalmente, con insecticidas y repelentes, aunque no conviene apostar todo a una sola carta: también juegan un importante papel la vacunación, la higiene y la limpieza.

flebotomo
Un flebótomo lleno sangre. ¡He aquí al vector de la leishmaniasis! (Fotografía de James Gathany, WikiCommons).

El flebótomo tiene hábitos nocturnos y es muy activo al amanecer y al atardecer. Le encanta esconderse en grietas, agujeros y madrigueras, y prospera en lugares donde se acumula basura o materia orgánica. Este insecto se puede encontrar en casi todo el territorio español, si bien la cuenca del Mediterráneo es la zona más favorable para su reproducción y, por tanto, ahí se localizan las zonas de mayor riesgo de leishmaniasis.

Ponle freno a la leishmaniasis

Aunque el hecho de que nuestra querida mascota no nos pueda contagiar por contacto directo es una excelente noticia, no conviene bajar la guardia. Es preciso evitar que nuestro amigo se convierta en un factor en la diseminación de la Leishmania, ya que en otro caso puede acarrear consecuencias gravísimas para el ser humano, especialmente en personas con un sistema inmune comprometido y en niños.

Un collar repelente de calidad protege a nuestro fiel compañero de la picadura del flebótomo durante varios meses. Se trata de un medio sencillo y accesible de resguardar a nuestro perro de la leishmaniasis, y, al mismo tiempo, cuidar de nuestra salud, la de nuestra familia y nuestra comunidad.

¡Juntos podemos ayudar a prevenir la leishmaniasis en perros y personas!