En una temporada apícola, la progresión anual de varroa en una colmena dependerá de la cantidad de meses que haya cría. Cada mes, la cantidad de varroa se duplicará, o se triplicará si hay bastante cría de zánganos.
En un clima centroeuropeo, con parada de puesta invernal, una colmena puede aguantar unos 2 años sin tratamiento, ya que durante la época de no cría la población de varroa disminuye (las viejas mueren y no hay nuevos nacimientos). Pero, en un clima mediterráneo, sin parada de puesta, las colmenas infestadas raramente sobrevivirán un año sin tratamiento; solo aguantarán las “tolerantes”, que suelen ser menos del 10 %.
La proporción de abejas y sus crías parasitadas marcará las posibilidades de la colonia de producir y sobrevivir, a varroa y los problemas sanitarios “colaterales” (bacterias, hongos, virus).
Como puede verse en la Fig. 1, Oliver 2007, el número inicial de varroa en una colmena a principios de temporada, se irá duplicando cada mes, o triplicando si hay cría de zánganos. Al final de la temporada, en otoño, si no antes, la proporción nº de varroas/nº de abejas habrá aumentado sensiblemente, imposibilitando la supervivencia de la colmena en la mayor parte de las zonas de nuestra península Ibérica.
La población de abejas de una colmena aumentará, desde la salida de invierno hasta el máximo de primavera, para luego decaer a lo largo del verano. Si la meteorología es adecuada, con lluvias espaciadas, puede haber un segundo repunte de la población en la otoñada, que es importantísimo para poder entrar en la invernada con abeja joven y gorda. Esta abeja aguantará bien hasta la arrancada de la primavera siguiente, y hará crecer la población rápidamente.
Ese es el caso de colmenas fijas, pero hay que recordar que, en España, el 80 % de las colmenas son trashumantes. Por tanto, las abejas van a pasar de una primavera más temprana a otra, u otras, más tardías, que, ya generalmente, no tendrán tanta intensidad como la primera. Pero aún producirán aumentos de población importantes, con los consiguientes aumentos de la población de varroa.
Esta situación, en muchos casos, puede llevar a requerir hasta tres tratamientos de control de la población de varroa en la temporada. Pero no se debe tratar a fecha fija, sino después de un sondeo de la cantidad de varroa presente, y visto que se llega al nivel adecuado, lo que se desarrolla en el post “Varroa, quien no mide, no mejora”. Las épocas idóneas para ello, salvo si hay alguna reinfestación grave de los vecinos que requiera una acción urgente, pueden ser: a la arrancada de las colmenas, en verano, y en la preparación para la invernada.
Arrancada.
Como dijo W. Thompson, “lo que no se mide, no se puede mejorar”. Hay que saber cuánta varroa tenemos para tomar decisiones acertadas de control.
Evidentemente, si se arranca la temporada con un nivel más alto de varroa, su curva de crecimiento de la Fig. 1 se desplazará hacia arriba en el gráfico, y la colmena llegará antes del otoño al punto de colapso.
Por tanto, es muy importante empezar la campaña con niveles bajos de varroa. Según midamos sobre abeja adulta o sobre cría, lo recomendable es no sobrepasar las 2 varroas/100 abejas, o, su equivalente, no más de unas 5 varroas/100 celdillas operculadas de obrera. Si se llegara a 3 varroas/100 abejas, o a unas 15/100 celdillas de obreras, debería hacerse un tratamiento.
Periódicamente, idealmente cada mes y medio, deberá hacerse un control de la población de varroa, siguiendo cualquiera de los métodos propuestos en el post “Varroa, quien no mide no mejora”. Estas mediciones de los niveles de varroa deberán ser más exhaustivas cuando tengamos colmenares vecinos.
Verano.
Partiendo de la base de que hemos arrancado la temporada con poca varroa, habrá colmenas con diferente evolución según el tipo de varroa, el comportamiento higiénico de la abeja, la zona, el tipo de colmena, los vecinos… Como se vio en el post “Varroa, conoce a tu enemigo”, habrá colmenas en las que varroa crecerán más lentamente, y otras en las que irá muy rápida.
En esta época hay bastante abeja y cría en las colmenas, lo que significa que habrá también bastante varroa, que, hasta cierto punto, la colmena podrá soportar. Sin embrago, es muy posible que tengamos ya más o menos colmenas con niveles que requieran tratamiento. Estas colmenas serán el reservorio desde el que la población de varroa se expandirá, primero hacia las adyacentes, por deriva de abejas, y, si perecen, por robo, a las colmenas más activas.
Un 3 % de varroa en abeja significa, de media, unos 5 kg menos de cosecha. Por eso, en este punto, antes de la floración de cosecha de verano, deberíamos verificar el nivel de varroa en los colmenares, y, si se sobrepasa el 3-4 % sobre abeja, o aproximadamente el 15 % sobre cría, hacer un tratamiento.
Ante la proximidad de la cosecha, en lo posible, este tratamiento se realizará con productos que no generen residuos en la miel, preferentemente a base de moléculas naturales (fórmico, oxálico, timol) siempre y cuando sea posible. Siempre se han de adoptar manejos que limiten este problema al mínimo, como no tratar en la zona de almacenamiento de miel. Estas medidas deberán ser más estrictas si se opta por tratamientos con moléculas de síntesis, por ejemplo: marcar los cuadros en contacto con el tratamiento y no cosecharlos.
Otoño.
Al acabar la cosecha de verano es un buen momento para hacer el tratamiento de preparación para la invernada, limitando la población de varroa a los niveles que permitan una buena supervivencia de las colmenas a la época crítica que es el invierno. Es muy importante garantizar que las colmenas puedan entrar en invernada con no más del 3 % de varroa sobre obrera, o del 10-15 % equivalente sobre cría operculada de obrera. Un 3 % de varroa sobre abejas, o su equivalente sobre cría, suponen un 30 % de mortandad invernal. Lo normal, en un colmenar bien atendido, es que la mortandad invernal no sobrepase alrededor del 12 %.
Este último tratamiento puede hacerse con un acaricida convencional, preferentemente a base de amitraz, que ha demostrado mayor eficacia y seguridad de resultados, Hernández-Rodríguez 2021, y que siempre será más efectivo que los tratamientos con moléculas naturales (fórmico, oxálico, timol).